“Lo
que le importa a mi Marco Polo es
descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades,
razones que puedan valer más allá de todas las crisis.”
Italo Calvino
Las Ciudades Invisibles.
La semana pasada tuvo lugar en
San Sebastián un encuentro sobre la temática de la ciudad bajo la denominación de Agora 2015, auspiciado por la Universidad del Pais Vasco y en particular su Escuela Técnica Superior de Arquitectura, el
Colegio de Arquitectos Vasco Navarro, impulsado por la oficina de Estrategia
2020 y patrocinado por el Ayuntamiento de SS, Diputación Foral de Gipuzkoa y Gobierno Vasco. El evento se anunció con mención expresa a la
Capitalidad Cultural Europea 2016 que como se sabe recae en San Sebastián (además
de en la ciudad polaca de Wroclaw) y de alguna manera se presentó como
pre-configuración de algo más grande y mejor para el año que viene. Este foro denominado Laboratorios de innovación Urbana se
desarrolló bajo el signo de la participación ciudadana y eso en los cuatro
ámbitos o entornos presentados
(natural, construido, político social y digital).
He de reconocer que a pesar del recelo que en mi provoca la ya manida y omnipresente invocación de la participación ciudadana decidí acudir con la mente abierta y la mirada limpia. Y tuve mi grata recompensa. No fue aburrido, fue bastante dinámico y ágil con un debate inteligente y ameno y efectivamente participativo y sobretodo fue bastante concreto, mucho más de lo esperable. En resumen, creo que no traiciono el espíritu del encuentro si digo que se reclamó mayor flexibilidad, agilidad y concisión en el planeamiento urbanístico, se criticó la excesiva importancia otorgada al cumplimiento de estándares más o menos arbitrarios, se valoró la importancia de la sostenibilidad como criterio general indiscutible, “el SXXI deber ser el del reciclaje urbano”, y se advirtió sobre los peligros que encierran determinados usos de las nuevas tecnologías digitales. Pero sobre todo se ensalzó la participación ciudadana en los procesos de planeamiento y diseño urbano instalándose este asunto como un tema transversal en el foro y llegando a todos los grupos de trabajo.
He de reconocer que a pesar del recelo que en mi provoca la ya manida y omnipresente invocación de la participación ciudadana decidí acudir con la mente abierta y la mirada limpia. Y tuve mi grata recompensa. No fue aburrido, fue bastante dinámico y ágil con un debate inteligente y ameno y efectivamente participativo y sobretodo fue bastante concreto, mucho más de lo esperable. En resumen, creo que no traiciono el espíritu del encuentro si digo que se reclamó mayor flexibilidad, agilidad y concisión en el planeamiento urbanístico, se criticó la excesiva importancia otorgada al cumplimiento de estándares más o menos arbitrarios, se valoró la importancia de la sostenibilidad como criterio general indiscutible, “el SXXI deber ser el del reciclaje urbano”, y se advirtió sobre los peligros que encierran determinados usos de las nuevas tecnologías digitales. Pero sobre todo se ensalzó la participación ciudadana en los procesos de planeamiento y diseño urbano instalándose este asunto como un tema transversal en el foro y llegando a todos los grupos de trabajo.

La participación ciudadana en
arquitectura y urbanismo me genera algunas dudas que voy a plantear:

¿No está el arquitecto, que en
general tiene poca o ninguna formación específica en participación ciudadana
jugando una vez más al aprendiz de brujo, aunque esté convencido que esta vez
no es así? (Otros siguiendo paradigmas anteriores también pensaron que ellos
estaban en lo cierto) Vistos los antecedentes urbanísticos, ¿De verdad está el
arquitecto en situación de poder orquestar procesos de participación ciudadana
o al contrario y visto lo visto, no debiera, estar el profesional de la
arquitectura y el urbanismo bastante deslegitimado para ocuparse de participación
y mediación ciudadana, aunque solo sea por excesiva omisión de estos aspectos
en el pasado, o por una excesiva
aquiescencia frente al poder político?
¿No es este nuevo paradigma, una
suerte de escapismo frente a una posible y necesaria petición de explicaciones
por parte de la ciudadanía, no ya únicamente a los responsables políticos sino
también a los responsables técnicos que demasiadas veces han hecho dejación de
sus obligaciones éticas en el ejercicio de su profesión? ¿A qué se debe sino, una
tan dócil cesión de parte de la capacidad y potestad así como de una
competencia profesional exclusiva en el diseño de los espacios arquitectónicos
y urbanos por parte de los profesionales, algo que durante décadas se ha
protegido, y en particular en España, como si de un tesoro se tratara?

Obviamente no tengo respuesta
certera a la mayor parte de estas preguntas, y prefiero mantenerme de momento en
el beneficio de la duda… pero a modo de comentario
añadiré que para ser un foro bajo el signo de la participación ciudadana, el
público era casi 100% profesional y abrumadoramente arquitecto o estudiante de
arquitectura, haciendo gala de la endogamia habitual del gremio. Otro día ya
hablaremos de lo multidisciplinar.
Para colmo en una futura Capital
Europea de la Cultura, ninguno de los ponentes invitados era de más allá de los Pirineos, y resultó cuando menos sorprendente sino patético que tenga que ser
un catalán, Sebastià Jornet - muy divertido y socarrón por cierto - el que nos contara lo bien que se hacen las cosas en Francia o Alemania. ¡Como para
presumir de eurociudad…! Pero lo mejor fue el momento en el que un arquitecto
municipal del Ayuntamiento de San Sebastián al inicio de la única presentación
de un interesante caso local de planeamiento participativo dijo aquello de “bueno a mi me dijeron ayer que viniera a
hablar aquí de esto, así que ya perdonareis…” sintomático y enternecedor. Su
sinceridad y humildad le honran desde luego, su buen hacer hizo el resto.
En definitiva, creo que lo
principal es cambiar la mentalidad dominante dentro y fuera de la profesión de
arquitecto e introducir algo de apertura de miras hacia experiencias foráneas
y, para generar una participación ciudadana de calidad en lo que al urbanismo y la arquitectura se
refiere conviene primero generar una cultura arquitectónica entre la ciudadanía,
a poder ser desligada del planeamiento operativo directo en un primer momento. Algo en lo que ATARI creo que aporta su humilde granito de arena. Y
también, generar una cultura de la participación entre los profesionales basada
en formaciones específicas. Es un trabajo más de fondo, y más genérico pero
indispensable y sin el cual creo que lo
que estaremos haciendo es diluir la calidad de la arquitectura habitada por los
ciudadanos y además hacerles co-participes y co-responsables de esa
devaluación. Romperles los platos y hacer que los paguen. Y no sé yo si está la ciudadanía ya más para
esos menesteres…
* * *
Recuerdo que al entregar un
proyecto de rehabilitación urbana de todo un barrio en una ciudad francesa que posteriormente
entraba en fase de Maîtrise d’Oeuvre
Urbaine et Sociale con la consiguiente participación ciudadana, la
coordinadora general de la operación por parte de la propiedad, una Société
HLM, comentó: ”es curioso que se hayan
presentado tantos arquitectos a esta fase, si en realidad no les está
destinada, esto es para equipos pluridisciplinares, con sociólogos y
trabajadores sociales y demás profesionales que sí saben hablar a los usuarios
y habitantes y sobretodo, escucharles”. Y eso, que en Francia existe la
asignatura de Sociología en las Escuelas de Arquitectura, cosa impensable en la
tan superior y cacareada formación del arquitecto en España que se dedica a
construir de verdad.
Pablo García Astrain.
Pdte. ATARI Cultura Arquitectónica
Pdte. ATARI Cultura Arquitectónica
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