jueves, 19 de febrero de 2015

¿HACIA UNA ARQUITECTURA PARTICIPATIVA?



 “Lo que le importa a mi Marco Polo  es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, razones que puedan valer más allá de todas las crisis.”

   Italo Calvino  
Las Ciudades Invisibles.


La semana pasada tuvo lugar en San Sebastián un encuentro sobre la temática de la ciudad bajo la denominación de Agora 2015, auspiciado por la Universidad del Pais Vasco y en particular su  Escuela Técnica Superior de Arquitectura, el Colegio de Arquitectos Vasco Navarro, impulsado por la oficina de Estrategia 2020 y patrocinado por el Ayuntamiento de SS,  Diputación Foral de Gipuzkoa y Gobierno Vasco. El evento se anunció con mención expresa a la Capitalidad Cultural Europea 2016 que como se sabe recae en San Sebastián (además de en la ciudad polaca de Wroclaw) y de alguna manera se presentó como pre-configuración de algo más grande y mejor para el año que viene. Este foro denominado Laboratorios de innovación Urbana se desarrolló bajo el signo de la participación ciudadana y eso en los cuatro ámbitos o entornos presentados (natural, construido, político social y digital).

He de reconocer que a pesar del recelo que en mi provoca la ya manida y omnipresente invocación de la participación ciudadana decidí acudir con la mente abierta y la mirada limpia. Y tuve mi grata recompensa. No fue aburrido, fue bastante dinámico y ágil con un debate inteligente y ameno y efectivamente participativo y sobretodo fue bastante concreto, mucho más de lo esperable. En resumen, creo que no traiciono el espíritu del encuentro si digo que se reclamó mayor flexibilidad, agilidad y concisión en el planeamiento urbanístico, se criticó la excesiva importancia otorgada al cumplimiento de estándares más o menos arbitrarios, se valoró la importancia de la sostenibilidad como criterio general indiscutible, “el SXXI deber ser el del reciclaje urbano”, y se advirtió sobre los peligros que encierran determinados usos de las nuevas tecnologías digitales. Pero sobre todo se ensalzó la participación ciudadana en los procesos de planeamiento y diseño urbano instalándose este asunto como un tema transversal en el foro y  llegando a todos los grupos de trabajo.

Sin duda la participación es el tema de moda, y no solo en arquitectura. Es el nuevo paradigma político, social y también arquitectónico y urbanístico. Pero a mí, no me deja de sorprender la manera acrítica en la que los arquitectos han abrazado esta vertiente de la arquitectura y el diseño como si de nuevos criterios inexorables se tratara, tal y como se abrazaron anteriormente los criterios de calidad que un día no tan lejano fueron también toda una novedad y que era indispensable integrar en el quehacer profesional, o los más recientes y ya inevitables también, criterios de diseño sostenible. Por alguna extraña razón, cuando todo el mundo unánimemente abraza una nueva causa, yo tiendo a desconfiar, más aún si la fascinación es súbita. Quizás sea un reflejo debido a un exceso de literatura libertaria en mi juventud, pero ya no lo puedo evitar. El consenso en la intelligentsia profesional me hace sospechar.

La participación ciudadana en arquitectura y urbanismo me genera algunas dudas que voy a plantear: 


¿Por qué este fenómeno y los diversos movimientos entre los arquitectos que lo reivindican toman fuerza tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y no con anterioridad?  ¿Acaso no estamos dando excesiva importancia a una faceta determinada solo porque el “parón” en la construcción y desarrollo urbano nos impide seguir con nuestra actividad tal y como se entendía mayoritariamente hasta la fecha? ¿Es eso una oportunidad de replanteamiento sincera o una falacia intelectual? ¿Cómo se interpreta  el hecho de que sean los mismos profesionales que antes diseñaban y redactaban planes urbanísticos sin mayor toma en consideración de la participación ciudadana más allá de la mínima información pública exigida por ley, los que ahora nos cantan los fantásticos beneficios de tener en cuenta al ciudadano?

¿No está el arquitecto, que en general tiene poca o ninguna formación específica en participación ciudadana jugando una vez más al aprendiz de brujo, aunque esté convencido que esta vez no es así? (Otros siguiendo paradigmas anteriores también pensaron que ellos estaban en lo cierto) Vistos los antecedentes urbanísticos, ¿De verdad está el arquitecto en situación de poder orquestar procesos de participación ciudadana o al contrario y visto lo visto, no debiera, estar el profesional de la arquitectura y el urbanismo bastante deslegitimado para ocuparse de participación y mediación ciudadana, aunque solo sea por excesiva omisión de estos aspectos en el pasado,  o por una excesiva aquiescencia frente al poder político?  

¿No es este nuevo paradigma, una suerte de escapismo frente a una posible y necesaria petición de explicaciones por parte de la ciudadanía, no ya únicamente a los responsables políticos sino también a los responsables técnicos que demasiadas veces han hecho dejación de sus obligaciones éticas en el ejercicio de su profesión? ¿A qué se debe sino, una tan dócil cesión de parte de la capacidad y potestad así como de una competencia profesional exclusiva en el diseño de los espacios arquitectónicos y urbanos por parte de los profesionales, algo que durante décadas se ha protegido, y en particular en España, como si de un tesoro se tratara? 

Por último, ¿Cual es la ideología subyacente a la participación ciudadana, y a la participación ciudadana en la arquitectura, el urbanismo y el paisaje en particular? ¿Acaso no la hay? ¿Cuáles son las mejoras reales y concretas en el entorno urbano construido y no construido que introduce el urbanismo participativo frente a otros modelos, más allá del empoderamiento - ése palabro – de los ciudadanos que participaron en él? ¿Cómo se miden y evalúan esas supuestas mejoras? ¿Dónde están las encuestas de satisfacción ciudadana a posteriori del urbanismo participativo, cuáles son sus resultados? ¿Realmente estamos al principio de este fenómeno o existen otras experiencias anteriores a nivel internacional quizás que aportarían luz al respecto?

Obviamente no tengo respuesta certera a la mayor parte de estas preguntas, y prefiero mantenerme de momento en  el beneficio de la duda… pero a modo de comentario añadiré que para ser un foro bajo el signo de la participación ciudadana, el público era casi 100% profesional y abrumadoramente arquitecto o estudiante de arquitectura, haciendo gala de la endogamia habitual del gremio. Otro día ya hablaremos de lo multidisciplinar. 

Para colmo en una futura Capital Europea de la Cultura, ninguno de los ponentes invitados era de más allá de los Pirineos, y resultó cuando menos sorprendente sino patético que tenga que ser un catalán, Sebastià Jornet - muy divertido y socarrón por cierto -  el que nos contara lo bien que se hacen las cosas en Francia o Alemania. ¡Como para presumir de eurociudad…! Pero lo mejor fue el momento en el que un arquitecto municipal del Ayuntamiento de San Sebastián al inicio de la única presentación de un interesante caso local de planeamiento participativo dijo aquello de “bueno a mi me dijeron ayer que viniera a hablar aquí de esto, así que ya perdonareis…” sintomático y enternecedor. Su sinceridad y humildad le honran desde luego, su buen hacer hizo el resto.

En definitiva, creo que lo principal es cambiar la mentalidad dominante dentro y fuera de la profesión de arquitecto e introducir algo de apertura de miras hacia experiencias foráneas y, para generar una participación ciudadana de calidad en lo que al urbanismo y la arquitectura se refiere conviene primero generar una cultura arquitectónica entre la ciudadanía, a poder ser desligada del planeamiento operativo directo en un primer momento. Algo en lo que ATARI creo que aporta su humilde granito de arena. Y también, generar una cultura de la participación entre los profesionales basada en formaciones específicas. Es un trabajo más de fondo, y más genérico pero indispensable  y sin el cual creo que lo que estaremos haciendo es diluir la calidad de la arquitectura habitada por los ciudadanos y además hacerles co-participes y co-responsables de esa devaluación. Romperles los platos y hacer que los paguen.  Y no sé yo si está la ciudadanía ya más para esos menesteres…

*  *  *

Recuerdo que al entregar un proyecto de rehabilitación urbana de todo un barrio en una ciudad francesa que posteriormente entraba en fase de Maîtrise d’Oeuvre Urbaine et Sociale con la consiguiente participación ciudadana, la coordinadora general de la operación por parte de la propiedad, una Société HLM, comentó: ”es curioso que se hayan presentado tantos arquitectos a esta fase, si en realidad no les está destinada, esto es para equipos pluridisciplinares, con sociólogos y trabajadores sociales y demás profesionales que sí saben hablar a los usuarios y habitantes y sobretodo, escucharles”. Y eso, que en Francia existe la asignatura de Sociología en las Escuelas de Arquitectura, cosa impensable en la tan superior y cacareada formación del arquitecto en España que se dedica a construir de verdad.

Pablo García Astrain.
Pdte. ATARI Cultura Arquitectónica

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